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por Txetxu 11 comentarios
Desde nuestra casa de Somalo os deseamos una feliz pascua de Resurrección. Vinimos a ver a Jesús, y lo hemos encontrado como el novio que sale a nuestro encuentro y hace alianza eterna con nosotros; lo mismo que experimentó María Magdalena aquella primera mañana de Pascua. El Señor Resucitado nos envía de nuevo a nuestras casas y lugares de trabajo con el frasquito de un nuevo perfume, que huele a VIDA NUEVA.
¡FELIZ PASCUA 2010!
El escándalo de la cruz
«Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado»
Jesús no murió de viejo en una cama, como lo hacemos la mayoría de la gente, sobre todo en el primer mundo. Ni siquiera murió por una enfermedad o de hambre, como la gente del tercer mundo. Jesús murió ejecutado: fue condenado a muerte. Esto no es indiferente: Jesús no muere con nobleza, muere como un malhechor. Sus seguidores acusarán el golpe y tardarán en encajarlo: ¿cómo hablar de él, como recordarle, cómo ser amigo de un ajusticiado? No nos debe extrañar el que todos huyeran despavoridos en cuanto apresan a Jesús la noche del jueves santo, y que ninguno estuviera presente cuando lo ejecutan… Tan solo unas mujeres, entre ellas María, su madre y Juan, el discípulo amado.
La ejecución en la cruz era un suplicio romano, cruelísimo. Suponía una vejación del reo en toda regla, hasta aniquilarlo de dolor. A Jesús, además, le aplicarán una tortura severa en la cárcel, en donde los soldados se cebarán en extremo con él, además de aplicarle el suplicio de la flagelación. No es extraño que quienes lo vieron caminar por las calles de Jerusalén hacia el calvario recordaran un viejo texto de Isaías: “sin figura humana, despreciado por todos, como varón de dolores…soportó las afrentas con las que le afrentaban”.
La muerte de Jesús. Su significado
Cuando los apóstoles de Jesús, se presentan ante el pueblo, días después de la resurrección de Jesús, lo hacen para anunciar que “Jesús, al que vosotros matasteis, ha resucitado”. Es decir, el resucitado es el crucificado. Esto tiene mucho valor: pues es decir que Dios ha dado la razón a Jesús, y se la ha quitado a la Religión judía. Jesús no era un blasfemo, no era un impostor….era el mismo Hijo de Dios, y ahora Dios mismo ha salido en su defensa…Resucitándolo de entre los muertos.
Dios está hoy también con todos los “crucificados”, “humillados” por los poderes políticos, económicos, religiosos y sociales. Dios está con la Vida de los seres humanos y con su dignidad. Dios no es impasible….ante los gritos de angustia de sus hijos.
Seguir hoy a Jesús es aceptar su cruz. Somos los seguidores de un ejecutado injustamente… Seguirle es estar dispuestos a que los mismos poderes nos traten injustamente y nos ejecuten. Ningún discípulo corre mejor suerte que su maestro. Esto significa, hacer causa con los pobres de la tierra, los enfermos, los heridos…y reivindicar en nombre de Dios su dignidad.
«No hay mayor amor que dar la vida por los amigos»
Un amor que se expresa en gestos humanos
Jesús fue una persona normal. Después, la fe pascual dirá que también es el Hijo de Dios. Pero como ser humano, Jesús tuvo que aprender a amar. Esto significa que también él tuvo que elegir entre “amar” o “amarse”. Tuvo que elegir en tantas ocasiones entre “perdonar” u “odiar”. Y experimentó esos sentimientos propios de todo ser humano: la bondad de una caricia, una sonrisa, un beso. También el dolor que produce el abandono, la muerte de un amigo, el llanto.
Cuando hablamos de amor nos referimos a la capacidad de sentir amor y expresarlo. El amor platónico no es amor. Sólo ama quien se implica con la persona amada de forma concreta y real.
Hoy, Jueves Santo, Jesús hace dos gestos de entrega:
Lavar los pies: el Señor al servicio de los siervos
Partir el pan: el Señor en manos de los suyos, como presencia permanente y alimento.
¡Ojo! Este amor no es fácil de asumir. Pedro lo rechaza: no entiende que solo ama quien “entrega todo lo que tiene por los suyos”. Amar no es poseer, guardar para sí, proteger….sino dar vida y morir.
El amor de Jesús puede que sea un acto hermoso de entrega….pero ¿en qué nos afecta a nosotros esto?
La vida de Jesús fue releída por sus amigos pasado el tiempo, y adquirió un nuevo sentido a la luz de los hechos de la Resurrección. En esta interpretación de la persona de Jesús, resultó que no sólo fue un hombre real, que vivió en un tiempo concreto, sino el mismísimo Hijo de Dios, viviendo entre nosotros.
Desde aquí, la entrega de Jesús hasta la muerte tiene un valor global, que traspasa su historia concreta y la de los que vivieron con él. En Jesús Dios se ha entregado por el género humano, y le ha dicho su palabra definitiva: “Yo te amo”, “Estás salvado”.
El amor de Jesús es el mismo amor de Dios, que ama a todos sus hijos de manera particular y entrañable. Por este amor el mal queda aniquilado, también la muerte definitiva: el Amor vence a la Muerte.
Esta reflexión, ha provocado y sigue provocando en miles de hombres y mujeres un shock tan grande que les condiciona su forma de vivir y entender la vida.
¿Quién soy yo, en definitiva pobre criatura, para que Dios me haya llamado a la vida, me haya elegido y haya dado su vida por mí? ¿Acaso soy tan valioso/a? Solo esta consideración puede provocar eso que llamamos “conversión” y hacernos “seguidores y discípulos” de Jesús de Nararet, el Hijo único de Dios.
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